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Etica Profesional

El ejercicio de la profesión en el ambito social implica por si solo un complejo de obligaciones y derechos, engendrados de manera recíproca y como natural consecuencia del vínculo nacido entre el profesional y la colectividad.

 

No puede escapar de ningún modo la función del martillero a esta caracterización; el esquema ético que dejamos enunciado se confirma plenamente en su función.

Desde el momento que obtiene su matrícula que lo habilita para el ejercicio de la profesión se halla ubicado frente al conglomerado social. Comienzan allí los primeros titubeos y desengaños de la profesión, la inquietud de lo desconocido, la cristalización de los viejos anhelos y también, ¿por que no? las primeras desiluciones que paulatinamente irán quebrando, casi sin sentido, el dorado marco de las ilusiones juveniles.

Se inicia entonces la etapa difícil, la más áspera y ruda; es la etapa de las desiciónes, de la elección ante la alternativa. Al deseo natural de prosperar, de aquilatar méritos y ganar posiciones, que es típico de todo hombre de empresa, de todo profesional de aspiraciones, se oponen dificultades de distinto orden, y ante esa circunstancia más o menos postergable, pero nunca inevitable, se le plantea al martillero y a todo profesional la alternativa de llegar, ya sea omitiendo esfuerzos futuros y quizá infructuosos, abreviando etapas que siempre se imaginan más difíciles que las presentes, prescindiendo en su contenido de los más elementales principios morales, usando el engaño o el arribismo circunstancial, transigiendo indistintamente con la duplicidad y el acomodo provechoso, fortaleciendo únicamente con la sola fe de su propia conveniencia, olvidado siempre el prejuicio y el daño ajeno; o bien seguir en todo caso por el camino del esfuerzo diario renovado, generalmente un poco anónimo y menos brillante que el anterior, y que en última instancia sólo le significará una intensificación del esfuerzo sin otra compensación presente que la natural y acostumbrada al servicio prestado.

Es entonces cuando el profesional debe comprender que el bienestar duradero y la consideración permanente sólo se logra a cambio del esfuerzo diario, que aunque anónimo al comienzo rinde siemore sus frutos, para proyectarse finalmente en el mérito personal, por un lado, y en consagración pública, por otro.

Ésa será la victoria definitiva y más hermosa del profesional honrado y robustecido por una sólida conciencia moral, que al saberla reflejar en cada uno de sus actos profesionales le granjeará el respeto individual y la consideración general de la comunidad, de esa misma comunidad donde por otra parte se perpetuará inevitablemente de un modo u otro los frutos que rindiera antes o ahora su profesión, recta y noblemente ejercida.

Fuente: Manual del Martillero Público y del Corredor

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